Me llaman la Pao y hace 12 años como familia, dejamos la ciudad para ir al campo misionero al sur de Ecuador, para plantar iglesias en un lugar no alcanzado.
Hace 4 años mi vida tomó un rumbo inesperado. Atravesé uno de los quebrantos más dolorosos, que me llevó a buscar con mayor profundidad el corazón de mi Padre Celestial. En medio de ese proceso, Él se reveló como nunca antes, restaurando cada área de mi corazón y mostrándome la grandeza de Su amor.
Ese mismo amor hoy me impulsa a iniciar este ministerio global para acompañar mujeres heridas, recordándoles que existe esperanza y una vida plena en los brazos de nuestro buen Padre.